Fuente: El Siglo
Por Catheryn Cárcamo
Con la fórmula del sarcasmo y el humor, el trovador ha logrado instalar una nueva forma de ver la realidad. Violenta pero a la vez sutilmente se burla del orden, de la tradición y de los anti-valores heredados del reinante sistema neoliberal.
Su pasión se inició en el colegio, cuando con su guitarra musicalizaba las mímicas que sus compañeros del grupo de teatro hacían sobre el escenario. El verdadero golpe vendría después, lejos de las aulas y el gris cemento de la capital: "fue en un viaje al sur de Chile, donde empecé realmente a disfrutar de la música. Me gustaba cantar al aire libre y en las plazas". Inspirado por la imagen de los trovadores medievales, Eduardo Peralta comenzó a observar la realidad: "me picó el bichito y escribí mis primeras composiciones, las mismas que haría todo joven de 16 años": "Solo quiero caminar/ sin casi descansar / para poder conocer/ a mucha gente más/ y así poder entablar/ alguna conversación/ donde descubra otro nuevo corazón".
-¿Cómo describirías la relación entre poesía y música existente en tus canciones?
"Como un vínculo muy hermanable, sobre todo si consideramos que el trovador es precisamente un alquimista de las palabras y las melodías. Ese es fundamentalmente mi trabajo: tratar de construir estas obritas de arte que duran 3 ó 4 minutos, a partir de la simbiosis de esos dos elementos".
-¿Qué pretendes lograr con esa alquimia?
"Trato de expresar lo que nos sucede en lo cotidiano, en lo amoroso, en lo político y en lo religioso. Pero sobre todo intento exteriorizar de algún modo lo opresiva que puede llegar a ser la sociedad. Quiero compartir todo esos sentimientos, ideas, sueños y opiniones a través de las metáforas, recurriendo a elementos tan diferentes entre sí como lo son la ternura y la ironía".
-¿Y respecto al papel de la ironía en tu trabajo?
"Es una forma de jugar con las palabras, que enriquece la opinión, porque si uno dice por ejemplo la televisión chilena es una lata, y le agrega: la televisión de otro país debe ser más buena, es casi una obviedad. Pero si jugamos con las sílabas, las damos vuelta, las cambiamos y llegamos a dislocar los verbos y rimas, tenemos un resultado mucho más fecundo que le entrega un sesgo especial a la expresión de las opiniones. En ese sentido lo lúdico crea una complicidad con el público, que convierte la ironía en un arma para entregar de forma más eficaz las ideas, sensaciones y sentimientos que uno tiene".
-¿Es la ironía una forma de dislocar la realidad?
La realidad suele dislocarnos a nosotros, eso es lo problemático".
Pero Eduardo Peralta no se queda tranquilo, y en este afán lúdico de retorcer el orden -muchas veces desolador- ha sido capaz de transformarse incluso en consejero y entregar la fórmula para ser feliz: "Disfrutar con los gringos/ Que no dan ni una nota/ Y gozar el domingo/ Con el show de pelotas/ Igual que con los sesos/ Lavar también las manos/ De los viejos procesos/ De Derechos Humanos".
Desde la ironía de Peralta, ¿cuál es la mejor forma de alcanzar la felicidad?
"Hay que hacer como que uno no entiende ni sabe nada. Mientras más tontos seamos, más contentos vamos a vivir, ésa es la paradoja: si no tenemos nada en la cabeza, es fácil alcanzar la felicidad. Es un juego, cuando digo despilfarrar la vida en los supermercados ¡por favor no lo haga!
Si uno habla directamente y dice qué terrible fueron las torturas, es algo que todo el mundo ha dicho y está bien que lo digan, pero si uno juega con la paradoja puede ser muy violento. De hecho, hay personas que al escuchar esta canción dedicada al dictador: echaremos de menos/ tus tiernas metralletas/ tu amor por los poetas/ tus discursos serenos/ te echaremos de menos/ abuelo permanente, se han ido de mis presentaciones".
-¿Cuál ha sido el momento más importante de tu carrera?
"Aunque siempre es difícil definir uno solo, creo que una de las cosas más significativas que me han pasado ocurrió en 1983, cuando una pequeña productora creyó en mi trabajo y nos animamos a hacer un vinilo. Yo ya llevaba cantando cerca de cinco años y en Chile se vivía una situación muy difícil, por eso cuando apareció el disco me emborraché completamente. Fue muy grande la emoción de darme cuenta que la música era mi centro".
-¿Qué recuerdas de la trova de los años 80?
"Principalmente esos encuentros universitarios donde participaban muchos artistas. Por ejemplo, se me vienen a la mente Cristina González, Isabel Aldunate y Payo Grondona, que en ese tiempo venía llegando desde el exilio. En aquellos años fueron muy importantes los locales, ahí nos sentábamos a tomar unas cervezas, un vino, y a escuchar el trabajo de nuestros compañeros. Eran tiempos en que los trovadores realizábamos nuestra música de un modo muy cercano. Lamentablemente, esto se ha ido perdiendo con el tiempo".
-¿Por qué crees que pasó eso?
"Porque cambió el país. En esos años existía una necesidad política muy fuerte y obvia de cantar y decir cosas, pero para eso era necesario crear una cierta unidad para cambiar la insoportable situación política que existía. Eso hacía que nos encontráramos".
-Pero de todas formas sigues juntándote con esos antiguos compañeros de ruta
"He intentado mantener una relación permanente tanto con mis compañeros de generación como con los nuevos trovadores, pero cuesta. Desgraciadamente, ésa no es la norma hoy en día. Pero de todas formas lo hemos logrado, estoy bien agradecido de todos ellos. Por ejemplo, en este ciclo de conciertos han participado cerca de 70 artistas que han venido en forma desinteresada y cariñosa a cantar sus canciones. Eso debiera ocurrir en todas partes, multiplicarse, pero la sociedad está conformada para hacernos trabajar de un modo bastante solitario, y esto no ocurre sólo con la música, en todo ámbito se tiende a atomizar a las personas. Por eso me siento feliz con la complicidad que he logrado con muchos de mis colegas".
-¿Y en relación con las influencias musicales en tu creación?
"Ha habido muchas influencias en mi trabajo, porque soy una persona que escucha mucha música y muy variada, desde el jazz dixieland, que me encanta, hasta la música clásica y barroca. Me gusta escuchar a los guitarristas, pero sobre todo verlos en vivo. Presenciar en directo a Silvio Rodríguez o a Paco de Lucía es una joya, es fascinante ver cómo transforman la guitarra en una pequeña orquesta".
-Sabemos que Georges Brassens ha sido muy importante en tu creación: ¿cómo describirías el espacio que él ocupa en tu trabajo?
"Brassens fue un relámpago que me cayó en la cabeza en el año 80 cuando fui por primera vez a Francia. Recuerdo que esa vez llevaba sólo un boleto de ida y 200 dólares en el bolsillo, pero me quedé 10 meses, pasando las pellejerías más grandes. Me dediqué a cantar en los metros, en los cafés, y en ese ambiente descubrí a este personaje que considero el más grande del siglo XX: Brassens. Gracias a él, se produjo en mí el enamoramiento definitivo con el oficio de trovador".
-¿Cómo ha sido la experiencia de traducirlo al castellano "chileno"?
"Es una aventura larga y permanente. Si bien el acercamiento a Brassens empezó como un desafío intelectual, lentamente se ha ido transformando en algo más afectivo, que me ha permitido conocer este maravilloso mundo de ideas y conocimientos que tienen los músicos franceses. Me he podido sumergir en un idioma que me ha entregado nuevas referencias culturales e históricas que me han enriquecido inmensamente".
-Y todo eso, ¿cómo se refleja en tu obra?
"Brassens me ha llevado a crear canciones que, aunque tienen una fuerte influencia latinoamericana, también poseen una fuerte presencia suya, especialmente en la utilización de la ironía, un elemento que yo utilizaba desde mucho antes pero que gracias a él se ha desarrollado enormemente".
LOS POETAS CHILENOS Y PERALTA
Eduardo Peralta ha musicalizado desde los años 90 a más de cuarenta poetas chilenos, sin embargo todas esas canciones permanecen inéditas, sin poder ser grabadas y solamente son entregadas al público a través de las presentaciones en vivo.
-De los poetas nacionales que has musicalizado, ¿cuál te ha resultado más fascinante?
"Eso es algo muy complicado de responder, pero creo que lo más interesante es trabajar con poetas a los cuales uno puede conocer directamente y entablar con ellos una cierta relación: desgraciadamente es distinto musicalizar a Pedro Prado, que tiene hermosos sonetos pero que está muerto y uno no lo conoció, a tener la oportunidad de conversar con los poetas y entender su ritmo, el zumbido, como diría Gonzalo Rojas".
-¿Recuerdas algunos de esos encuentros?
Sí, recuerdo, por ejemplo, a Nicanor Parra. Tuve la suerte de musicalizar Catalina Parra, el poema que dedicó a su hija, y cuando lo canté en la Biblioteca Nacional él estaba ahí, en primera fila. Después de la presentación tuvimos la oportunidad de conversar sobre esto mismo: la relación inquebrantable entre la música y la poesía".
-Se crea una complicidad
"Claramente. Gonzalo Rojas me escribió una carta bellísima donde me expresa su satisfacción con la musicalización que hice de unas de sus obras. Es una belleza de carta que me estimula mucho, porque tengo la convicción de que el fenómeno trovadoresco tiene un anclaje muy fuerte en la poesía".
Fiel a su vocación de trovador, emprendió el viaje fuera de Santiago y recorrió Chile, más tarde vendrían Europa y el Caribe. En fin, ha paseado su música por más de veinte países, en muchos de los cuales nadie le entiende lo que dice: "una paradoja", diría él.
¿Cómo ha sido presentarte en escenarios dónde el público habla otro idioma?
"En Austria tuve que tocar en locales donde no había ningún chileno y nadie me entendía, pero de todas formas disfrutaban mi trabajo. Eso sucede porque el canto es un lenguaje universal que puede llegar al público de diferentes maneras".
Y de Latinoamérica, ¿guardas algún recuerdo especial?
"Todos mis viajes dentro del continente han sido muy lindos, pero especialmente recuerdo mi visita a Manzanillo, una ciudad que está al oriente de Cuba. Ahí participé en un festival de trovadores hace seis o siete años. Esa ha sido una de las experiencias más hermosas de mi trabajo musical. Recuerdo que tuvimos que subirnos a una avioneta de esas con monomotor, el viaje duró como tres horas, íbamos todos muertos de miedo y tomando ron".
-Parece que los viajes son parte importante de tu carrera
"Hay que viajar y sacarse la flojera de encima. Noto que a algunos compañeros no les gusta, les cuesta salir. Hay que atreverse a agarrar la guitarra y partir un mes al norte, otro al sur, porque la trova es patiperra, así era en la Edad Media y lo será siempre. Hay que pescar el avión, la carreta, la micro, el patín, lo que sea, para conocer a la gente y sentir al público de los distintos lugares, porque hasta dentro de Chile las personas somos diferentes: ir al norte a tocar nunca es lo mismo que ir al sur".
-¿Para quién cantas?
"Yo canto para quien me quiera escuchar, no tengo un público definido. De hecho, llevamos 180 lunes tocando en El Mesón Nerudiano y han venido cerca de seis mil personas, todas muy variadas entre sí: hay gente mayor, jóvenes y hasta familias enteras.
Me encanta la posibilidad de llegar a un público tan diverso con este tipo de canto que se sustenta sólo en el juego de la guitarra y la voz".
DISCO: PAYAS POR VÍCTOR JARA
Este disco es uno de los últimos trabajos realizados por Eduardo Peralta, donde comparte créditos con los payadores Pedro Yáñez, Manuel Sánchez y Moisés Chaparro.
La obra fue grabada durante el encuentro "Payas por Víctor Jara", que tuvo lugar en la Universidad de Chile (1998) con motivo de los 25 años de la muerte del cantante popular. La edición y publicación de este registro sólo fue posible en el año 2003. De este modo, se logra recordar al artista a través del "ingenio, agudeza y encanto de las formas poético musicales practicadas por nuestro pueblo. Expresiones que Víctor Jara admiró, disfrutó y recopiló por los campos y caminos de Chile".